miércoles, 20 de agosto de 2008

Reflexiones / Cumpleaños infantiles. Revista Planetario (mayo 08)

Partes de la nota sobre el festejo de los cumples en Buenos Aires.

Desde hace unos años festejar el cumpleaños de un chico en edad escolar es toda una odisea para los padres. La cantidad de propuestas de salones, animaciones, souvenires y accesorios es abrumadora. Lo que anteriormente se solucionaba invitando a familiares y vecinos a una reunión en la propia casa, en la que se ponía en juego la creatividad de los adultos para organizar alguna actividad compartida, se fue profesionalizando al punto de que todo (desde la animación hasta el menú) es organizado por terceros.

El ingenio pasa ahora por saber elegir la propuesta adecuada entre tanta oferta. Desde peloteros que expanden túneles por las alturas hasta salones decorados con globos casi barrocos de tan ornamentados, pasando por todo tipo de animaciones y shows, poco queda por inventarse en materia de entretenimiento antes de soplar las velitas. Y sin embargo hay más: fiestas temáticas (musicales, teatrales, científicas, artísticas o acuáticas), maquilladoras, disfraces y hasta especialistas en piñatas.

A la vez, con mayor o menor producción, quienes festejan sus cumpleaños en los salones y peloteros de cada barrio porteño siguen un rito impuesto por la misma práctica que supone una fórmula bastante prefijada. Este ritual, resumido a su mínima expresión, podría definirse en una serie de pasos a seguir: primero, juego libre; luego, show o juego organizado por un animador; más tarde, un momento para comer (menú fijo de papas fritas y panchitos); luego otro rato de juego o baile (dependiendo de la edad de los chicos) y finalmente torta y piñata.
Porque, con más detalles o ciertas innovaciones que condimentan el festejo, cada cumpleaños es una serie de actividades organizadas que se han ido estandarizando e industrializando con el correr del tiempo.


Rito de pasaje

Las preguntas suscitan más preguntas. Y todos los cuestionamientos llevan inexorablemente a cuestionarse por el origen: ¿Qué se festeja cuando se festeja un cumpleaños? La antropóloga social Carolina Hecht define: “En una fiesta de cumpleaños se festeja un cambio de etapa. Y un cambio de etapa supone una nueva valorización de la persona que protagoniza el evento y la asignación de un nuevo rol social. En ese sentido, se puede ver en la fiesta de cumpleaños algo similar a un ‘rito de pasaje’ para nuestra sociedad”.

Las fiestas personales son hitos o eventos que marcan la vida de una persona: le ponen su señal para hacer una referencia, indicar el fin de una etapa, un pliegue o un viraje hacia un nuevo rumbo. Así los casamientos y hasta los funerales.
Entonces, como un ritual que marca un antes y un después, el festejo del cumpleaños es una ceremonia que indica que el homenajeado inaugura un nuevo estatus social. Y en todos los casos, al igual que los casamientos o los bautismos, el festejo del cumpleaños tiene ciertas fórmulas que se repiten.
En nuestros días y en este lugar del mundo la fórmula del cumpleaños infantil –con torta y velitas incluidas- ha sumado nuevos artilugios que empiezan a ser obligatorios.


Se dice que…

Aunque no se sabe a ciencia cierta cuál es el origen de la torta, las velas, los regalos y los tres deseos, circulan varias leyendas que tratan de explicar el origen de estos rituales.
El festejo. Los aniversarios como fecha de celebración del nacimiento estaban reservados en la Edad Antigua a las personalidades. Fueron notables las fastuosas fiestas organizadas por Cleopatra para celebrar el cumpleaños de Marco Antonio en el siglo I. En Egipto y Babilonia se celebraba el cumpleaños de los varones de la realeza, pero era tabú celebrar el de niños y mujeres. Y en Grecia se celebraba tan solo el del cabeza de familia.
Con amigos y parientes. Cuenta la leyenda que en la antigüedad se creía que el día del aniversario del nacimiento era un momento en que los espíritus malignos podían hacer daño a la persona que cumplía años. Porque justamente ese día había cambiado el destino de esa persona: había nacido. La única manera de mantener los espíritus malignos alejados era rodeándose de amigos y familiares.
Los regalos y los deseos. Los presentes y los buenos deseos también echaban lejos a los espíritus malos. Los cánticos y aplausos tienen la misión de ahuyentar a las malas ánimas que pudiesen merodear atraídas por la celebración.
Las velitas. La costumbre de encender las velas tiene su origen en el cristianismo. Los practicantes de la religión católica encienden velas para enviar su señal a Dios y sus pedidos o deseos. Cuando se soplan las velas de la torta, se envía una señal y un mensaje al cielo.


Podés ver la nota completa en:
http://www.revistaplanetario.com.ar/ultimonumero/ultimonumeroindex.htm

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